El rubí es un mineral, con calidad de gema, de color rojizo, de hecho la palabra rubí proviene de ruber que en latín significa rojo. Debe su color a los metales de hierro y cromo con los que está asociada esta variedad de corindón (Óxido de aluminio Al2 O3) en la que unos pocos iones aluminio han sido sustituidos por iones cromo trivalente. El rubí es un mineral duro, correspondiéndole una dureza 9 en la escala de Mohs, dureza sólo superada por el diamante.
Según las condiciones geológicas y la concentración de cromo hexavalente su color puede variar desde un carmesí fuerte, pasando por todas las gamas de rojo, hasta el rosa. Su punto de fusión se acerca a los 2.000 grados Kelvin. Su densidad, según la cristalización, es de 3.0 a 4.2. Su configuración cristalina es tetragonal, hexagonal y cúbica. El rubí es resistente a la corrosión pues es estable térmicamente y cinéticamente. Se puede disolver en ácido sulfúrico. También lo ataca el ácido perclórico, el fluorhídrico y el hexafluorosilícico.