En un blog donde fundamentalmente se habla de plata, oro, piedras preciosas y joyas, de vez en cuando hacemos un hueco para escribir sobre otro tipo de productos que también tienen el objetivo de realzar la belleza de las mujeres. Por eso en este artículo vamos a hablar sobre los cosméticos, en concreto sobre los diferentes ingredientes que se suelen utilizar en su elaboración y de como muchos de ellos pueden resultar dañinos.
De hecho, los componentes de los cosméticos pueden provocar problemas de alergia, por ello, desde marzo de 2005 una directiva europea obliga a los fabricantes a incluir en las etiquetas las sustancias potencialmente alérgicas (con anterioridad simplemente se incluían bajo la denominación genérica de perfume).
Lo cierto es que no sólo las mujeres hacen uso de los cosméticos, también hombres y niños, a lo largo de todo el día, hacemos uso de los mismos (nos duchamos con jabón o gel de baño, nos perfumamos y echamos colonia, nos damos cremas en la cara y en el cuerpo, utilizamos maquillaje, etcétera). Como causa de esto nuestra piel se expone a multitud de sustancias que pueden producir reacciones alérgicas importantes.
Etiquetado de los cosméticos
Es por este motivo por el que desde marzo de 2005 las etiquetas de cosméticos como productos de afeitado, cremas, champús, desodorantes, tintes, etcétera, deben indicar explícitamente las principales sustancias que tienen un mayor riesgo de producir alergia.
Además, los cosméticos cuya duración mínima sea superior a treinta meses deben indicar también el tiempo durante el cual, después de abiertos, pueden utilizarse sin ningún riesgo para el consumidor (ver debajo imagen ejemplo).
Por si alguien está interesado, estas nuevas normas están incluidas en la directiva de la Unión Europea 2003/15/CE, modificación de la directiva 76/768/CE.
En nuestra opinión, etiquetas en las que aparecen menciones del tipo “cosmético hipoalergénico”, “clínicamente probado” o “dermatológicamente testado”, como si fueran un valor añadido al producto, inducen a la confusión del consumidor. La realidad es que con frecuencia este tipo de menciones no tienen base científica, de hecho la realidad es que no existe cosmético alguno que en ningún caso pueda provocar una reacción alérgica en alguna persona determinada. Por lo tanto, estas etiquetas resultan engañosas para el consumidor ya que transmiten una falsa garantía de seguridad. Además, sinceramente creemos que los controles oficiales son poco severos y las normas existentes un tanto confusas. Las menciones en el etiquetado deberían ser más transparentes.
Sustancia que pueden producir alergia
El SCCNFP (Scientific Committee on Cosmetic Products and Non-Food Products) identifica veintiséis sustancias que son causa frecuente de reacciones en la piel y obliga a los fabricantes a mencionarlas en las etiquetas de los productos que las incluyen cuando éstas superan una determinada concentración, que varía según la manera en que se aplique el producto. Estas sustancias se suelen utilizar por lo general en las fórmulas magistrales de los perfumes que contienen los cosméticos, por tanto su utilización es muy común.
Las veintiséis sustancias identificadas por el SCCNFP son 2-(4-tert-Butylbenzyl) propionald-hyd o lilial o butyl phenyl methylpropional, 3-Methyl-4-(2,6,6-tri-methyl-2-cyclohexen-1-yl)-3-buten-2-one, amylcin-namyl alcohol, anisyl alcohol, benzyl alcohol, benzyl benzoate, benzyl cinnamate, benzyl salicylate, cinnamal, cinnamyl alcohol, citral, citronellol, coumarin, d-limonene, eugenol, farnesol, geraniol, hexyl cinnam-aldehyd, hydroxy-citronellal, hydroxy-methylpentylcyclohexenecarboxaldehyd, isoeugenol, linalool, methyl heptin carbonate, myl cinnamal, oak moss y treemoss extract y treemoss extract.
Los productos que incluyen alguna de estas sustancias deben mostrar en su etiquetado la mención: “Este producto puede provocar una reacción alérgica”. Una advertencia realmente útil que invita al consumidor a que verifique la composición del cosmético o a que pruebe el producto en una pequeña zona de la piel antes de hacer uso completo del mismo (algo ciertamente recomendable si es la primera vez que vamos a utilizar un cosmético, incluya o no la mención antes indicada).
Pero además de a las fragancias, también hay que prestar atención a otros ingredientes que también pueden provocar reacciones alérgicas como determinados conservantes compuestos de ciertos colorantes azoicos y parabenos. Estos conservantes impiden que el producto se deteriore y contamine pero su función bactericida provoca que no sean totalmente inocuos. Por eso, nuestra clara recomendación es, siempre que se pueda, utilizar aquellos cosméticos que contengan menos conservantes. No obstante, si escogemos un producto con pocos conservantes, tendremos que prestar más atención a las indicaciones de conservación del mismo, es decir, a la duración del mismo una vez abierto, a las condiciones de temperatura y humedad idóneas, etcétera.
Alergias que pueden producir los cosméticos
Según hemos indicado con anterioridad, debemos tener claro que no existen cosméticos que no puedan provocar reacciones alérgicas. Lo que sí que es cierto es que existen algunas sustancias que con mayor frecuencia causan reacciones alérgicas en un gran número de personas.
La sensibilidad a los alérgenos depende de múltiples factores, siendo los más importantes el estado de nuestro sistema inmunitario y los antecedentes familiares. Por lo tanto, las alergias pueden aparecer en cualquier momento de nuestra vida. Así, un cosmético que estemos utilizando desde hace mucho tiempo y que nunca nos ha producido alergia, puede llegar a provocárnosla en algún momento determinado.
Son los productos que contienen perfume, es decir, la gran mayoría, los que tienen mayor riesgo de producir alergias. Debemos saber que para obtener un determinado aroma o fragancia se necesitan decenas de ingredientes diferentes, la mayoría de los cuales no son naturales, es decir, son sintéticos.
Las reacción alérgica más común a los cosméticos es la Dermatitis de contacto (también pueden producir, aunque con mucha menos frecuencia, urticaria y asma bronquial). Al observar cualquier reacción en la piel o eritema, la medida inmediata es lavar la zona de piel afectada con agua fría para después aplicar compresas frías. Es fundamental no rascarse y tampoco es bueno exponer la zona afectada a los rayos del sol. Por supuesto no hay que aplicarse otras cremas, pomadas o medicamentos sin haber pedido consejo al médico con anterioridad.
Cuando la alergia cutánea aparece por primera vez deberemos acudir al médico, ya que puede ser recomendable la aplicación de un antihistamínico o un corticoide sobre la zona afectada, o bien tomarlo por vía oral si la reacción es más generalizada. Una vez que pasa lo peor, es importante investigar cual ha sido la causa que ha originado la reacción alérgica con el fi n de evitar que vuelva a ocurrir.
Si pensamos que el responsable es un producto cosmético concreto, debemos dejar de usarlo durante al menos diez días y, una vez trascurridos, hacer una prueba aplicándose un poco del mismo en una pequeña zona de piel. Si somos capaces de identificar el cosmético que nos produce alergia, podremos ir al dermatólogo para que examine su composición y que pueda establecer que posibles ingredientes han sido la causa de la reacción alérgica.
Está claro que la mejor manera de combatir la alergia por cosméticos es la prevención, por lo que si la sufrimos, al comprar un producto cosmético nuevo tendremos que leer con atención el etiquetado, comprobando si existen ingredientes en la composición a los que seamos sensibles.
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