Siguiendo con nuestra ronda de descripción de las diferentes piedras semipreciosas, hoy toca el turno de la turquesa, una piedra de un bello color azul verdoso de la clase de los fosfatos compuesta por fosfatos de cobre y aluminio. Se trata de una piedra semipreciosa muy valiosa por su escasez y por su llamativo color que ha causado que durante miles de años haya sido utilizada como gema ornamental.
La turquesa no es una piedra muy dura si se compara con otras, ya que su máximo de dureza está un poco por debajo de 6 en la escala de Mohs, por lo que un simple vidrio puede rayarla. Su naturaleza cripto-cristalina hace que sus propiedades físicas sean bastante variables, por lo que se pueden encontrar turquesas con colores que abarcan desde el azul oscuro hasta el blanco, incluyendo colores como el azul verdoso, azul claro y el verde amarillento.
Es una gema de brillo entre ceroso y vidrioso, algunas turquesas cuentas con secciones de pequeño tamaño semitraslúcidas pero, por lo general, son totalmente opacas.